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La vemos tan feliz y despreocupada, en el instante en que se percata repentinamente de que tiene alas y ya no tendrá que arrastrarse nunca más... Mas, ay, nuestra pobre mariposa no rellenó los impresos que avisan de que ya no es una oruga.
Y ésta es la moraleja, queridos niños: siempre hay que avisar de los cambios a la Charca.
Os lo digo por si acaso se os ocurre transformaros sin previo aviso y volar en solitario. Siempre habrá una oruga armada vigilando, como un Gran Hermano pequeñito.
Y ésta es la moraleja, queridos niños: siempre hay que avisar de los cambios a la Charca.
Os lo digo por si acaso se os ocurre transformaros sin previo aviso y volar en solitario. Siempre habrá una oruga armada vigilando, como un Gran Hermano pequeñito.
Ilustración para el Sapo Que No Quiso Ser Príncipe, cuento inédito. (Acuarela y tinta sobre papel) |
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