El Gran Faraón Llorando Después de su Aciago Encuentro Ana Castelbón, tinta sobre papel |
Porque pedir un deseo al Genio de la Lámpara era lo más parecido a un suicidio, se recordó Pierre demasiado tarde. Un Genio siempre te concederá lo que le pidas.
Justo eso.
Nada más que eso.
Con una exactitud demente y milimétrica.
Quizá fuese que les
apretaba el turbante o que les faltaba oxígeno dentro de la lámpara, lo cierto
era que sus pequeñas mentes no filtraban metáforas ni sinónimos. No existía
deseo que ellos no convirtieran en una maldición. Había más ejemplos en la
Historia que setas en el bosque: Pompeya, la Peste Negra, Las Siete Plagas de
Egipto… Ah, aquel desafortunado encuentro entre un Faraón empecinado en comer
langosta y un Genio especialmente obtuso…
Fragmento de Una Historia Muy Pequeña
de próxima aparición, por Ana Castelbón