Páginas

martes, 24 de febrero de 2015

Historias Muy Pequeñas IV

El Gran Faraón Llorando Después de su Aciago Encuentro
Ana Castelbón, tinta sobre papel

Porque pedir un deseo al Genio de  la Lámpara era lo más parecido a un suicidio, se recordó Pierre demasiado tarde. Un Genio siempre te concederá lo que le pidas.

Justo eso.
Nada más que eso.
Con una exactitud  demente y milimétrica.


Quizá fuese que les apretaba el turbante o que les faltaba oxígeno dentro de la lámpara, lo cierto era que sus pequeñas mentes no filtraban metáforas ni sinónimos. No existía deseo que ellos no convirtieran en una maldición. Había más ejemplos en la Historia que setas en el bosque: Pompeya, la Peste Negra, Las Siete Plagas de Egipto… Ah, aquel desafortunado encuentro entre un Faraón empecinado en comer langosta y un Genio especialmente obtuso…


Fragmento de Una Historia Muy Pequeña
de próxima aparición, por Ana Castelbón

martes, 3 de febrero de 2015

Historias Muy Pequeñas III





Sir Archibald Birdwishtle, escritor gorrón y borrachín
Ana Castelbón, tinta sobre papel




Por estas razones -antes incluso de llegar a la mayoría de edad- su pequeño Baudelaire era el único dragón de toda la historia de los dragones que sabía bailar las cinco partes de la Cuadrilla Francesa, la Polonesa y el Cotillón; también era el único que recitaba a Becquer- del salón en el ángulo oscuro y tal- mientras horneaba su deliciosa tarta de manzana casera y era – de nuevo- el único que se sabía de memoria El Almanaque del Anfitrión Perfecto, escrito por aquel gorrón borrachín, Sir Archibald Birdwishtle, entre copazo y copazo de brandy ajeno. 
Con esas referencias comprenderéis, por último, por qué iba a convertirse en breves momentos en el dragón más desdichado de la historia de los dragones.

Fragmento de Una Historia Muy Pequeña
de próxima aparición, por Ana Castelbón