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miércoles, 26 de diciembre de 2012

... Y tenía un lobo dentro

George MacDonald con su hija Lilly. Fotografía de Lewis Carroll.
 
“Érase que se era una bruja que quería saberlo todo.Se llamaba Watho y tenía un lobo dentro." 
 
Por desgracia, no he leído muchas obras de George MacDonald.
Por fortuna, he leído "Niño de Sol, Niña de Luna", uno de los cuentos infantiles (me niego a entrecomillar infantiles, me parece una traición a la palabra) más hermosos que haya caído en mis manos.
Cuentan de George MacDonald que lloró desconsoladamente cuando, siendo niño, le explicaron la teoría de la predestinación; y que ya adulto y convertido en pastor calvinista, sus sermones sobre el  Amor Universal de Dios por todas sus criaturas le valieron la reducción del salario y la desconfianza de su Iglesia; que afirmaba no escribir para niños, sino para los que son como niños... Pero todos estos datos están en la wiki. Yo no le conocí por esto, sino por el canto (no se me ocurre otra palabra) que C.S.Lewis le dedica a su obra Phantastes en Cautivado por la Alegría. Si alguna vez un lector ha agradecido un libro, creo que es Lewis en ese párrafo de inusitada belleza. Conocer a MacDonald no es la menor de las cosas que le debo. Por él llegué a los cuentos de un hombre que hace más de cien años animaba a los niños a que no olvidaran sus sueños, a que nunca se dejaran devorar por el lobo. 
Pues en su cuento, como en todos, habita un lobo terrible. Vive dentro de Watho, la bellísima bruja, y devora cuanto toca.  Encierra a una pobre niña en una cueva y la priva de todo conocimiento, le enseña que la Noche es el Día, y que no existe más luz que la que él designa. En Nycteris, condenada a la oscuridad, la ignorancia y el encierro desde su niñez, MacDonald nos deja un estremecedor retrato del destino de las niñas en su tiempo. Pero también nos cuenta del ansia de vida, de la capacidad de superación, de la llegada de la libertad. 
El arrebato que siente Nycteris al salir por primera vez de su cueva a la verdadera noche es uno de los fragmentos más bellos de la literatura infantil del XIX.
 
“... cayó de rodillas y levantó sus brazos hacia la luna. Hubiera sido totalmente incapaz de decir lo que pasaba por su cabeza, pero aquel acto impulsivo era en realidad como una oración a la luna, una súplica para que siguiera siendo siempre lo que era: aquel increíble pero definido esplendor que alumbraba colgado de un techo distante, aquella gloria pura fundamental para la existencia de las pobres niñas nacidas y crecidas en una oscura cueva. Era como una resurrección para ella, pero no, era nacer, el nacimiento mismo. (...) ¡Tenía que almacenar todo aquel resplandor! ¡En qué pobre tonta la habían convertido sus carceleros! La vida era un festín maravilloso y a ella no le habían echado más que huesos y mondaduras...”

Pero además de ser un cuento tan hermoso, tiene para mí algo que ningún otro tiene.
Me enseñó dónde vive el Lobo en realidad.
El despiadado Lobo, el Lobo inhumano que nos habita.






 



 “Niño de Sol y Niña de Luna”  Cuentos de Hadas Victorianos. Editorial Siruela.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Hard Times Come Again No More


  
 
"Les digo a ustedes que la verdadera esencia del comercio competitivo es el despilfarro, el despilfarro que se deriva de la anarquía de la guerra. No se dejen engañar por esa apariencia externa de orden de nuestra sociedad plutocrática. Sucede con ese orden como con las formas de guerra antiguas, que se presentan rodeadas de una apariencia externa de orden sereno y maravilloso. ¡Cuán pulcro y reconfortante es el rítmico desfile de un regimiento! ¡Qué aspecto más tranquilo y digno ofrecen los sargentos! ¡Cuán pulido el cañón! Limpios, como broche nuevo, están los almacenes de la muerte; los libros del ayudante y del sargento muestran un aspecto inocente; más aún, las mismas órdenes de destrucción y pillaje se dictan con una serena precisión, que se diría el símbolo mismo de una buena conciencia. Ésta es la máscara que se alza sobre trigales devastados y chozas en llamas, cuerpos mutilados, muertes intempestivas de hombres valerosos y hogares desolados. Todo ello, resultado del orden y la sobriedad que es el rostro que los soldados civilizados nos muestran a quienes nos quedamos en casa; nos lo han dicho tan a menudo y con tanta elocuencia que deberíamos tomarlo en consideracion; demasiadas veces nos han mostrado el otro lado de la gloria bélica, y no se nos puede mostrar con demasiada frecuencia  ni con demasiada elocuencia. Pese a todo, digo que una máscara semejante es la que lleva el comercio de competencia, con su orden respetable y relamido, sus palabras acerca de la paz y de los beneficios de la comunicación entre los países, y cosas semejantes; y mientras tanto emplea toda su energía, toda su precisión organizada, para una sola cosa: para arrancar los medios de vida a los demás..."
William Morris, (1834-1896)
 
Extracto de El Arte Bajo la Plutocracia, conferencia pronunciada en el University College (Oxford), el 14 de Noviembre de 1883.
 
Gracias a Pepitas de Calabaza ed., por esta recopilación. "William Morris: Cómo vivimos y cómo podríamos vivir. Trabajo útil o Esfuerzo Inútil. El Arte bajo la Plutocracia." 2004.
 
 

lunes, 10 de diciembre de 2012

Una historia de Navidad

  
Cinco borriquillos en fila de a uno atraviesan mi calle desde hace unas noches. Puntuales, siempre a las nueve y media, acompañados por el tintineo de las campanillas que rodean el cuello blanquisucio del que encabeza la recua, se dirigen al convento casi abandonado junto al que vivo.
Vienen los cinco borriquillos con la testuz baja, sin mirar a nada ni a nadie, sólo acompañados por el repiqueteo de las campanillas y por los hombres que los conducen, después de trabajar todo el día en un mercado toscamente medieval que han asentado en la plaza de la Iglesia.
Y los miro desde mi ventana, que tiene los cristales velados por el frío, y los veo entrar mansamente por el portón del convento y desaparecer, desvaneciéndose como la Santa Compaña de los borricos, en un suave sonar de campanillas o de cascabeles. Y siento una muda simpatía que no sé si es compasión.
Si es compasión ni siquiera sé si es de ellos o de nosotros, conducidos al terminar nuestras jornadas (con las orejeras bien colocadas para que no nos espantemos del camino) por esos desconocidos que nos marcan el inicio y el final, siguiendo el son de las campanas que alguien nos colgó del cuello para disimular la soga.

Sólo espero que su descanso sea más cálido que el nuestro y que no lleven nunca una carga tan pesada.
 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

De cuentos y realidades III




La dama de Shalott. William Holman Hunt. Grabado por los hermanos Dalziel
(copiado de victorianweb.org)

Out flew the web and floated wide;
The mirror crack'd from side to side;
"The curse is come upon me," cried
The Lady of Shalott.

Tennyson

¿No conocéis a la Dama de Shalott? Yo conozco unas cuantas. Las conozco de 80 y de 40 años, da igual. Nacen como nenúfares en medio de una educación estancada. Entededme, no siempre son incultas, ni mucho menos. Su formación académica puede ser impecable e incluso pueden haber simulado trabajar unos años, mientras su marido se "asentaba" y ellas finalmente se dedicaban a cuidar sus niños o sus macetas, que para el caso es igual.
Su sala de estar, su cocina, su saloncito, ésa es su torre. Su espejo es una tele y los comentarios del marido al volver a casa, sobre cómo va la realidad últimamente. Y ellas, que jamás se han movido, que han sido incapaces de mirar de frente al mundo ni siquiera por una vez, asienten, felices de vivir como viven y de ser como son mientras tejen su tela mágica de vivos colores: sus reuniones familires, sus tópicos despiadados, sus enloquecedoras rutinas.
Si alguna vez, descuidadas, mirasen sin querer por su ventana y viesen la sombra azul de lejanas ciudades, el rumor de pasos desconocidos, el polvo que levanta la caravana de las verdades ajenas, ¿Qué sería de ellas? ¿De verdad saltaría todo por los aires, volaría la tela, se quebraría el espejo?
 
Elaine era más honesta: aceptaba sus maldiciones...
Las damas de Shalott que yo conozco cambian de canal y tejen con más furia, si cabe.